miércoles, 12 de noviembre de 2008

Visión de Democracia en Hannah Arendt

El hilo conductor presente a lo largo de la obra de Hannah Arendt, es la idea de la acción política como la más alta actividad humana y como la única manera de alcanzar la libertad verdadera. Una de sus criticas mas grandes a la Edad Moderna es que hoy en día, la política ha sido reducida a una mera administración en donde la acción es un medio para alcanzar un fin ulterior y no ya un fin en si mismo. Dentro de este contexto, Hannah Arendt dedicó gran parte de su obra al estudio de la polis griega, identificando a la tradición republicana como un sistema en el que se reivindica la superioridad de la acción.

Según la teoría de Arendt, la acción política únicamente se puede llevar a cabo en la esfera de lo público. Este espacio público es según la autora el ámbito de hablar y actuar en común. Este espacio no tiene una localización física, la acción política no tiene necesidad de un espacio particular para que se lleve a cabo, lo determinante no es donde se debate, sino el hecho que exista un debate. Por lo tanto, la construcción de un espacio público compartido es una condición necesaria para que exista el republicanismo.

En este sentido, Hannah Arend criticó no solo a la Edad Moderna sino al sistema de democracia representativa que impera hoy en día, ya que según Arendt en este sistema se han perdido las instituciones que permitían la participación directa de los ciudadanos, según ella, ha dejado de existir un espacio público donde todos pueden participar libre y activamente. Dentro de este contexto, Arendt hace también una crítica al sistema de partidos moderno ya que su estructura limita la participación únicamente a los miembros del partido.

Para Arendt, acción y representación son dos términos que son opuestos el uno al otro e incompatibles entre si, de ahí la critica que hace la autora a las democracias representativas modernas. Arendt llevo a cabo en sus obras, un esfuerzo particular en distinguir claramente entre republica y democracia considerando que la lógica representativa de la segunda permitía que existiera un potencial para la demagogia y la manipulación.[1] Para Arendt, la democracia representativa es un sistema en el que las personas otorgan su consentimiento para ser gobernados por alguien mas y por lo tanto se elimina la posibilidad de la acción de los representados, reservando esa acción a los miembros de los partidos políticos y a las personas que logran acceder a puestos dentro de las instituciones de gobierno.

La visión de democracia que defiende Arendt a lo largo de su obra puede ser asociada mas que nada a una democracia directa o participativa. Una democracia donde no haya restricción de la soberanía cívica mediante la desigualdad extrema o la exclusión de grupos específicos de la población[2] (según ella, estos aspectos son la debilidad del republicanismo norteamericano). Por lo tanto, la autora considera que un espacio público hoy en día únicamente se puede lograr “cuando es materialmente posible el ejercicio de la fraternidad”.[3]

Se trata de un sistema que de preeminencia al comportamiento racional de los hombres libres, y que son libres únicamente en la medida que participen y actúen dentro del espacio publico, como los únicos responsables de decidir sobre los asuntos que les conciernen. Esta visión se diferencia claramente de los ideales comunes impuestos por el Estado en un sistema de democracia representativa. Según Arendt “la virtud” del republicanismo emana del hombre a través de su interacción y no de la doctrina anteriormente establecida.

Hannah Arendt nunca llego a desarrollar en detalle el tema de la democracia directa o participativa y sobre el republicanismo, su visión y teoría se encuentra esparcida a lo largo de su extensa obra, a pesar de esto, en varias ocasiones Arendt planteo que un sistema de consejos populares podría satisfacer, dentro de la organización política actual, esa necesidad de participación en asuntos públicos. Estos espacios de acción se caracterizan por ser “eminentemente políticos ya que se generan espontáneamente con el objetivo de ejercer y conservar la libertad publica”. Una vez constituidos, estos grupos se federan entre si creando redes de extensión nacional. Para Arendt este podría ser el modelo de un nuevo concepto de Estado, constituido por federaciones de variados géneros, en el que el poder se articularía de forma horizontal y no verticalmente, como lo establece la democracia representativa.[4]

Dentro de este tema, Arendt insistió en la necesidad de institucionalizar las organizaciones y espacios que permiten la participación ciudadana dentro de los Estado-nación modernos. Sin embrago, muchos autores coinciden en considerar (al igual a la distinción que la autora hace entre la esfera de lo social y la esfera de lo publico/político mencionado en la entrada de “Teoría Política de Hannah Arendt”) que es difícil reconciliar la visión de Hannah Arendt con la realidad de el Estado Moderno y adecuar su teoría a la practica política actual, cuestión a la cual Hannah Arendt nunca dio una respuesta clara.


Referencias Bibliograficas

[1] Giner, Salvador. Hannah Arendt: Una filosofía Moral Política. www.alcoberro.info
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Sánchez, Cristina. Hannah Arendt en Historia de la Teoría Política (6). Vallespin, Fernando (Ed.). Alianza Editorial, S.A. Madrid, España, 2004. pag175

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